
Si bien la luz del día amenazaba con restar espectacularidad al show, lo cierto es que tal circunstancia no afectó lo más mínimo, o por lo menos así lo percibí yo. “The Final Frontier” sonó bien, como en general suenan los temas que Iron Maiden escoge para abrir sus conciertos; no obstante, en esta gira la salida de los músicos es más comedida, sin la típica estampida sobre el escenario que siempre ha caracterizado la primera toma de contacto con el público en los shows de la banda. Pese a todo, el tema inicial sirvió como declaración de intenciones, porque independientemente de otras consideraciones, Iron Maiden siempre han comenzado sus recitales dándolo todo, algo que pocas bandas han conseguido hacer de forma continuada en el tiempo.
“El Dorado” fue contundente. Es curioso lo de este tema, que a las primeras escuchas tras su publicación en la web oficial sonaba algo anodino, y su ejecución en directo le ha otorgado una entidad tal que esta canción es enormemente efectiva en el set. Durante este tema Bruce nos arengó con un “vamos cojones” que mantuvo alerta los sentidos de la audiencia. “Two minutes to midnight” arracó la primera gran ovación del respetable, y la banda respondió con una ejecución impecable; sin duda es un tema que nunca falla en directo. A continuación atacaron con “The Talisman”; sencillamente un temazo que demuestra la capacidad de Iron Maiden, más de 30 años después la edición de su primer disco, para componer temas que pueden colocarse al lado de clásicos consagrados sin ningún tipo de dudas.
Previo desarrollo de “Coming home”, Bruce hizo un pequeño discurso sobre toda esa gente que especula con la idea de que “The Final Frontier World Tour” será su última gira; quedó claro que Dickinson no piensa para nada en que este sea el final de Iron Maiden. “Coming home”, bajo mi punto de vista, supuso un bajón en el show. Sin dudar de que se trata de un buen tema, no encontré su efectividad en vivo, lo cual se tradujo en una respuesta del público algo fría, quizá con la excepción de las primerísimas filas. No contribuyó mucho “Dance of death” para levantar la temperatura; si bien la ejecución fue correcta, sonó como un poco de trámite.

“The Wicker Man” fue otro momento álgido del show, sonando muy potente, con unos Maiden muy motivados en su ejecución. Nuevamente Dickinson se dirigió al público para hacernos saber que quienes allí nos habíamos congregado veníamos de muchas partes del mundo: Inglaterra, Bilbao, San Sebastián, Argentina, Chile, Francia... Y es que “somos una jodida familia Maiden... hermanos de sangre”... “Blood Brothers” ha sido desde la gira de “Brave new world” un tema que ha dado pie a este tipo de discursos que tanto gusta al público, porque le hace partícipe del éxito y la vida de Iron Maiden. También les noté motivados ejecutando este tema, lo que me hace pensar que “Brave new world” es un disco especial para la banda.

Terminada la primera parte del set no tardaron demasiado en salir para descargar “The Number of the Beast”, que sonó muy atronadora, manteniendo el estatus de clásico entre los clásicos de Maiden. “Hallowed be thy name” me sorprendió en el sentido de que después de muchos años la tocaron en un tempo más que cercano a la grabación original en estudio. Cerraron con “Running free”, tema que recuperan de cuando en cuando, aunque personalmente nunca me ha gustado para el cierre del show, y desde luego, siempre me quedaré con la inmortalización de este tema en “Live after death”.

En todo caso, una cosa sigue siendo cierta... y es que a día de hoy los Maiden más normalitos son capaces de ofrecer un show que puede hacer palidecer a muchas bandas punteras del panorama del rock actual, lo cual es fruto de dos cosas: un esfuerzo de más de 30 años dejándose la piel en los escenarios, y una profesionalidad y honestidad hacia el público de las que muy pocos grupos pueden presumir.
En otro orden de cosas, la organización del festival me pareció un poco cutre. Y ya no se trata del polvo que se introducía en partes del cuerpo que ni sabías que existían hasta ayer cuando procedías a limpiarte en la habitación del hotel antes de meterte en la cama... sino a los servicios de los que podíamos “disfrutar” dentro del recinto... Creo que un festival con la afluencia de Sonisphere, con el cartel que han manejado, necesita de una organización mayor pensando un poco más en la gente y menos en el beneficio. Las pantallas del escenario eran más que rácanas, y ya ni hablo de las interminables colas para conseguir agua o cerveza, los servicios, la colocación del escenario (desde varios puntos había farolas que se interponían entre el escenario y el público)... en fin.
Crónica: Adrian S.
Fotos: FaceBook de Sonisphere Spain y NSEfotografia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario