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27 ANIVERSARIO "NO PRAYER FOR THE DYING" (1990)

Nadie duda de que “World Slavery Tour” fue la gira que colocó definitivamente a Iron Maiden en el pódium de las bandas más importantes del metal a mediados de los 80 del siglo pasado, ni de que “Seventh Tour of a Seventh Tour” les consagró como uno de los más grandes grupos de todos los tiempos. “The Number of the Beast” les había situado en el mapa internacional, pero no sucedió hasta la promoción de “Powerslave” que la relevancia internacional de la Doncella se hizo patente y manifiesta. Sus discos emanaban una calidad indiscutible y ofrecían algo diferente que los demás no proponían. No obstante, creo que el éxito llegó más por el empeño de los muchachos de Harris en ofrecer unos directos sensacionales que por la mera promoción de obras talentosas. Los discos editados y las giras realizadas entre 1984 y 1988, 4 años que culminaron con Maiden como cabezas de cartel del entonces más prestigioso festival de Donington Park (antes Monsters of Rock, hoy Download), concedieron a Iron Maiden el estatus de grandes del heavy metal, con mayúsculas y apenas sin concesiones. Tres giras que sometieron a millones de fans en todo el mundo, y tres discos que contribuyeron al asentamiento del heavy metal como estilo musical dentro del rock y que constituyeron una evolución novedosa dentro del género, siendo el germen para que otras bandas cambiasen el panorama del metal en la segunda mitad de la década de los 80. Con este contexto previo, la publicación de “No prayer for the dying” el 1 de octubre de 1990 dejó a muchos fans en una situación de cierta confusión, incluso de clara decepción.

Recuerdo las noticias previas a la publicación del disco, hace ya la friolera de 27 años; pensad que a mediados de 1990 no existía internet, y prácticamente toda la información que teníamos de las bandas de rock duro y heavy metal provenía de medios más o menos especializados y a cuentagotas, como poco de mes en mes. Como antecedentes a la edición de “No prayer for the dying” fuimos testigos de la aparición de “Tattoed Millionaire” (8 de mayo de 1990), primer disco en solitario de Bruce Dickinson, que alimentó toda clase de rumores, si bien desde el primer momento el cantante había asegurado que se trataba de un divertimento, una vía de escape para su creación musical, y que nada tenía que ver con Maiden ni con abandonar a la Doncella. Poco tiempo después recibimos con sorpresa y conmoción la salida de la banda de Adrian Smith; supuestamente el guitarrista no se encontraba cómodo en la banda y no podía dar lo que Steve Harris le pedía. Adrian necesitaba también, al igual que Bruce, dar salida a otras inquietudes musicales, y no parecía que Maiden colmase por entonces sus aspiraciones; años después supimos que el cansancio acumulado en las giras y la dirección musical por la que se optó para “No prayer for the dying” fueron las verdaderas razones para que el guitarrista dejase el grupo. De forma casi inmediata Janick Gers, que había participado en la grabación de “Tattoed Millionaire” y en la gira de su promoción, se incorporaba a la formación de la Doncella. Pese al evidente vacío que dejaba Smith, todo lo que emanaba de la banda por entonces eran elogios hacia Gers y mensajes que abundaban en lo bien que se sentían en los ensayos, lo extraordinario del acoplamiento entre Dave Murray y Gers, y lo positivas que serían luego las sesiones de estudio, puesto que los temas que conformarían el disco estaban ya compuestos y arreglados cuando Smith abandonó el barco. Nuevamente, como había ocurrido en el pasado con la marcha de otros miembros carismáticos como Paul Di'Anno o Clive Burr, la maquinaria Maiden se mostraba implacable para con los cambios en su formación, independientemente del peso que tuviese el músico en cuestión.

El contexto era incierto, algo convulso, pero que la banda continuase su camino como si nada hubiese pasado daba a los fans tranquilidad, máxime cuando las primeras declaraciones de Harris sobre el nuevo disco hacían mención a la vuelta a sus raíces, a canciones menos complejas, algunas de las cuales podían haber estado incluidas en “Piece of mind”. Irremediablemente me sentí pletórico cuando leí por primera vez las palabras de Steve sobre la nueva obra... ¿No iba a ser glorioso un nuevo disco de Maiden que nos sacudiese con una mezcla de estilos, con una continuación de “Seventh son of a seventh son” aderezada de viejos matices de “Iron Maiden” y Killers, y con una vuelta a las estructuras imponentes de “Piece of mind”? Harris decidió que el álbum se grabase en su casa de campo en Essex, utilizando el Rolling Stone Mobile, un estudio móvil creado en su día para la grabación de discos de The Rolling Stones, pero que acabaría siendo usado por otras grandes bandas de rock británicas como Deep Purple, The Who, The Faces o Led Zeppelin entre otras. Nunca me quedó claro si esta decisión fue tomada para abstraer a la banda en un entorno tranquilo y familiar, procurando así un ambiente relajado para la grabación, o bien, como dicen algunas fuentes, no había fechas disponibles en los estudios que Maiden deseaban y se optó finalmente por la casa de Harris para no demorar más las sesiones de estudio. De lo que no cabe ni una pequeña duda es de que esta situación puso a prueba toda la habilidad profesional y personal de Martin Birch para producir un disco en un entorno tan poco adecuado y con un soporte técnico casi obsoleto.

El 10 de septiembre de 1990 se publicó el primer adelanto del álbum, “Holy smoke”. Mi primera impresión fue algo confusa; en un principio tuve la sensación de que habían buscado un single al estilo de “Can I play with madness”, algo radiable, juguetón, con melodía reconocible y comercial. Pero tras degustarlo varias veces arraigó en mí cierto estado de decepción. La producción era sensiblemente distinta a los discos predecesores, más cruda sí, pero impropia de una banda como Iron Maiden con el estatus que habían alcanzado y tenían que defender. En cualquier caso, “Holy smoke” es un corte resultón, con un videoclip desenfadado, tanto que da la sensación de que no hubo demasiado trabajo ni esfuerzo para grabarlo. Presenta en sociedad a Janick Gers, que nos deja un solo efectivo pero que adelantaba un estilo sucio del guitarrista, como así acabó por instalarse en los álbunes siguientes, y que sólo se mitigó para “The Book of Souls”. Los medios y el público en general recibieron bien el single, llegando al número 3 de los charts británicos, aunque algunos hicieron notar que el estilo vocal de Bruce, rasgado y rabioso, supuestamente no tenía demasiado lugar en Maiden. Esta crítica siempre me pareció fuera de lugar, y todavía hoy leo cosas en este sentido. Bajo mi punto de vista, evidencia que muchos de los “críticos” o fans que escribían y escriben sobre Maiden realmente no han escuchado a la Doncella con la suficiente atención; baste revisar “22 Acacia Avenue”, “Powerslave” o “The evil that men do” para comprobar que Dickinson ya había usado esa voz rasgada antes. “Holy smoke” adolece, pese a su dinamismo, de una estructura demasiado rígida, con poca fluidez, lo que indica falta de acierto en los arreglos, algo que con seguridad se debió a la ausencia de Adrian Smith; esa falta de fluidez será norma en todo el disco. El sencillo “Holy smoke” se publicó en formato vinilo (7” y 12”) así como en CD. Como caras B la banda hizo constar una versión de “All in your mind”, de Stray, y una versión de “Kill me ce soir”, de Golden Earring.

Por fin, el 1 de octubre, salió a la venta “No prayer for the dying”. Aún rememoro aquellas primeras escuchas recién iniciada mi etapa vital de universitario, y con qué avidez me hice con el disco y corrí al piso compartido para pincharlo. El diseño que Riggs trabajó para la portada no fue de los mejores, mostrando a Eddie saliendo de una tumba y agarrando a un hombre por el cuello, hombre que con el tiempo se supo que era Jimmy Swaggart, predicador evangelista radical y homofóbico, que había usado la imagen de Steve Harris para decir de él que era el mismísimo Lucifer, y que Iron Maiden eran una banda satánica. En posteriores reediciones la figura de Swaggart fue eliminada del diseño.

Ya en el ámbito musical, el primer corte, “Tailgunner”, se inicia al puro estilo Maiden, pero menos agresivo que otros comienzos como “Moonchild” o “Aces high”. En líneas generales es un buen tema, pero para mí tiene una pega, y no menor: el puente hacia los solos de guitarra, que suena forzado y sin ideas, restando efectividad. Tras una apertura que deja bastante buen sabor de boca, el álbum continúa con “Holy smoke”, primer sencillo, para seguir con la canción homónima al disco. “No prayer for the dying” presenta una estructura parecida a “Remember tomorrow”, con un arranque lento que gana velocidad y dureza en un desarrollo instrumental que sustituye a un estribillo cantado; vuelve la melodía inicial y se produce otro desarrollo instrumental potente que desemboca en los solos de guitarra. El tema tiene buena intención, cae bien, pero la parte de los solos y su desenlace hacia unos versos cantados por Bruce de forma trágicamente suplicante vuelve a mostrar sensación de piñón fijo y falta de ideas a la hora de los arreglos. “Public Enema Nº1” es un cambio de tercio muy interesante. Compuesta por Murray y Dickinson, la canción se sale de los esquemas habituales de composición de la banda y nos muestra a unos Maiden más modernos que podían moverse fácilmente hibridando hard rock y metal clásico. El solo de Murray es de los mejores que habrá grabado Davey en toda su carrera con la Doncella hasta hoy, certificando uno de los cortes más sobresalientes de todo el álbum. Tras el torbellino de “Public Enema Nº1” nos topamos con “Fates warning”, un tema en mi opinión subestimado, y que creo que está entre los 2 ó 3 mejores cortes del disco. Es un tema típico de Maiden en el que encontramos a un Bruce pletórico y que explota todo su potencial, un estribillo ganador, y unas guitarras dobladas que se comenzaban a echar de menos. Lástima que esta canción nunca fuese tocada en directo.

En el ecuador del álbum aparece “The Assassin”; para mí es un corte que si no lo hubiesen grabado nunca no se hubiese perdido nada. Arranca con una instrumentación progresiva, para seguir con unas estrofas lentas que nos conducen a un estribillo falto de chispa y casi infantil. “Run silent run deep” es la expresión máxima en este disco de cómo componer una buena canción pero destrozarla en su resultado final por no haber tenido más chispa en los arreglos. El inicio es inquietante, dando la sensación de que, efectivamente, viajas dentro de un submarino por las profundidades del mar; siempre me ha parecido muy loable la capacidad que Iron Maiden han tenido todos estos años para ambientar instrumentalmente las temáticas de sus canciones. Pero cuando comienza la estrofa se evidencia una clara falta de imaginación para componer riffs más adecuados al desarrollo de la canción. Bajo mi punto de vista, sólo el estribillo y las guitarras dobladas que siguen al solo de Murray salvan del desastre a una canción que, mejor tratada, hubiera sido una de las destacadas del álbum. “Hooks in you” es una composición al alimón entre Adrian Smith y Bruce Dickinson, y se nota. El riff es Smith en estado puro, y quizá estemos ante el tema más roquero y comercial de toda la obra. Sólo tiene un pero: la desidia de Gers a la hora de hacer el solo de guitarra, uno de los más anodinos que me he echado a la cara en toda mi vida. Llegamos así hasta “Bring your daughter... to the slaughter”, una canción que Bruce había compuesto inicialmente para la banda sonora de “Pesadilla en Elm Street V”, pero que finalmente acabó en el disco por petición de Harris. Este corte es, como “Public Enema Nº1”, bastante innovador en relación a la tradición compositiva de Maiden. Dada la temática que desarrolla, la instrumentación crea un ambiente de tensión e incertidumbre, conteniendo un poderoso estribillo y uno de los mejores solos de guitarra que Gers haya compuesto en toda su carrera, que no han sido muchos por desgracia para Maiden. Y finaliza el álbum con “Mother Russia” que, al igual que “The Assassin”, podría no haber nunca visto la luz y el mundo hubiera seguido rodando sin más; riff al estilo tradicional ruso que nos lleva a una estructura instrumental calcada sin demasiado esmero por variarla de “Seventh son of a seventh son”, y una letra que pretende ser una reflexión sobre la deriva desde el imperio de los zares hasta la Perestroika, pero no pasa de una serie de versos vacíos sin rigor histórico ni social.

Analizando el disco en sí mismo hay varias cosas que resultan evidentes; la primera, que Martin Birch hizo todo lo que pudo, pero el resultado en ningún caso colma las expectativas de una producción adecuada, algo que Bruce Dickinson reconocería públicamente años después. La casa de campo en Essex de Harris puede que facilitase un ambiente distendido y agradable, pero no ayudó a conseguir la acústica más apropiada para el disco de una de las mayores bandas de metal por entonces; tampoco el Rolling Stone Mobile era el equipamiento técnico necesario para afrontar la grabación del disco. La segunda, que en modo alguno “No prayer for the dying” supuso una vuelta a las raíces, ni tampoco podía colocarse al lado de “Piece of mind”, como pretendía Steve Harris. Es cierto que después de dos discos innovadores y complejos como “Somewhere in time” y “Seventh son of a seventh son”, el nuevo álbum era más simple y directo; pero no se acercaba ni de lejos a sus primeras obras, y por descontado tampoco a álbunes como “The Number of the Beast” o “Powerslave”; sólo “Tailgunner” o “Fates warning” guardaban esa esencia, mas el disco en su conjunto es muy distinto de sus primeros 7 álbunes. La tercera, la marcha de Smith es notoria y significativa. Aunque todos los temas estaban compuestos antes de la salida del guitarrista (de hecho Adrian participó en la composición y los ensayos), la ausencia de Smith se evidencia sobremanera en la falta de ideas a la hora de arreglar las canciones, de insuflarles chispa, fluidez y frescura. Por otro lado, comenzó a quedar claro que Janick Gers no iba a llenar el hueco dejado por Smith, no sólo porque el estilo era enormemente distinto (suciedad, licks de repetición como estrategia casi única, y anarquía contra mesura, sentimiento y elegancia), sino porque, como sería visible en discos posteriores, la capacidad de Janick para aportar a los arreglos era mínima.

Durante años, cada vez que he hablado sobre “No prayer for the dying” con más gente les he dicho siempre lo mismo: nos encontramos ante un paquete de buenas canciones (si nos olvidamos de “The Assassin” y “Mother Russia”) que con una buena producción y unos arreglos certeros hubieran conformado un álbum mucho mejor que lo que finalmente ofrecieron al público. Hubiera sido igualmente rupturista con “Seventh son of a seventh son”, destilaría más calidad, funcionaría mejor en directo, y sin duda tendría mucha mejor consideración de la que tiene. Si observamos el disco dentro del continuo de la carrera de Maiden, el paso atrás es innegable. Vaya por delante que la banda pretendía dar un golpe de timón y acercarse a una música más sencilla y menos progresiva, algo menos intrincado que los últimos dos discos; son conocidas las declaraciones de Bruce, Steve y Nicko McBrain en ese sentido. Pero el resultado no fue bueno. Es cierto que los temas son más directos y menos complicados instrumentalmente; no obstante, la deficiente producción y la falta de ideas, frescura y acierto en la concepción final de casi todos los cortes dieron al traste con lo que pudo haber sido un disco talentoso que se acercara al hard rock desde la esencia Maiden. Recuerdo que tras varias escuchas de “No prayer for the dying” me vino a la mente “Live in London”, la grabación en directo de un concierto de The Entire Population of Hackney en 1985, banda que conformaron McBrain, Smith, Dave Colwell, Andy Barnett y Martin Connoly tras el descanso de “World Slavery Tour”; aquélla sí hubiera sido la dirección apropiada a seguir, con temas hard rock aderezados pura esencia Maiden. Incluso un tema como “Son of a gun”, del primer álbum en solitario de Bruce, hubiera sido un rumbo deseable.

La gira de promoción del álbum, bautizada como “No prayer on the road”, comenzó el 19 de septiembre de 1990 en Milton Keynes (Reino Unido), y terminó el 21 de septiembre en Toulon (Francia), pasando por Europa, Canadá, EEUU y Japón. El setlist llegó a incluir hasta 7 temas del nuevo disco: “Tailgunner”, “Holy Smoke”, “No prayer for the dying”, “Public Enema Nº1”, “The Assassin”, “Hooks in you” y “Bring your daughter … to the slaughter”; tal era la fe que la banda tenía en su nueva obra, y tales eran las ganas de dar carpetazo a su etapa anterior. El escenario también era bien diferente; tras puestas en escena tan impresionantes como las plasmadas en “World Slavery Tour”, “Somewhere on Tour” y “Seventh Tour of a Seventh Tour”, la Doncella regresaba a las tablas con un decorado tan simple como torres de Marshalls, telones de fondo (ya nunca desaparecerían del stage) y un efectivo juego de luces. El atuendo de los músicos también varió: con la excepción de Harris y McBrain, los demás abandonaron las mallas para ceñirse vaqueros ajustados. Pero el verdadero atractivo de la gira era otro: ver al nuevo miembro de la banda, a Janick Gers, el sustituto de Adrian Smith. Janick no era un guitarrista elegante y sobrio como Smith, y ya había adelantado que no iba a tocar las partes grabadas por Adrian de la misma forma. Ciertamente el desempeño de Gers a nivel instrumental varió poco de lo demostrado en el disco, exhibiendo su estilo hardrockero y sucio, lo cual se dejó notar en demasía cuando atacaba los solos que anteriormente tocaba Smith, si bien en algunas ocasiones intentó no variar demasiado los mismos. Pero supo compensar esa carencia con una energía sobre el escenario inusitada, que además contagió a Dave Murray. Durante los primeros años de carretera de Maiden, eran Harris y Murray quienes se mostraban más dinámicos en los shows. Cuando Bruce se convirtió en miembro de la banda, Harris y él fueron los catalizadores del escenario, quedándose Dave en un papel comedido y pareciéndose cada vez más a Smith, que siempre lo daba todo desde un rol más pasivo. Gers le devolvió la energía a Davey, y los conciertos de Maiden se convirtieron de repente en una locura, con 4 músicos enloquecidos correteando de aquí para allá mientras desgranaban cada tema del setlist. De esta forma se compensaban dos cosas: la falta de una escenografía pomposa no se echaba de menos, ya que tenías a cuatro de los cinco integrantes moviéndose de aquí para allá en todo momento, captando toda la atención del público. Y por otro lado, las carencias técnicas de Gers se pasaban por alto gracias a sus cabriolas y gestos de guitar hero. De hecho, aunque en mi opinión buena parte de los nuevos temas sonaban flojos en vivo en comparación con los clásicos, los medios en general trataron positivamente esta gira, significando precisamente el ímpetu que había traído consigo Janick Gers y cómo se había ganado al público en unos pocos shows.

Como regalo de Navidad, la banda publicó un segundo single, “Bring your daughter… to the slaugther”, el 24 de diciembre de 1990. Al igual que el primer sencillo, se editó en formato vinilo (7” y 12”), así como en CD. Las dos caras B escogidas para escoltar la canción fueron “I’m a mover”, cover de Free, y “Communication breakdown”, versión de Led Zeppelin. Este sencillo es el único que tiene el honor de haber conseguido el nº1 en los UK Singles Chart.

Iron Maiden habían iniciado un declive de ventas desde “Somewhere in time”, y “No prayer for the dying” no arregló el desaguisado, aunque, todo hay que decirlo, los resultados comerciales pudieron haber sido peores y no lo fueron, obteniendo un meritorio nº2 en las listas británicas. “No prayer on the road” también fue una gira muy aceptable en cuanto a número de fechas y afluencia de público. De cara a lo que Steve y el resto de músicos buscaron, podría decirse que de alguna forma consiguieron su objetivo. Pero con el transcurrir de los años se evidencia que el álbum no soporta el paso del tiempo. Sólo “Tailgunner” y “Bring your daugther… to the slaughter” sobrevivieron para el siguiente tour; sólo la segunda volvería a ser tocada, y aún hoy podría encajar en un setlist.

Redacción:
Lesmes Manuel Rivas Iglesias para MaidenSpainFC
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1 comentario:

  1. Pues a mí siempre me gustó el sonido macarrilla del disco, y los solos me parecen de los más acertados y agresivos de toda su carrera. Sobre la calidad de las composiciones coincido que quizás quedaron un poco simplonas al compararlas con el disco anterior, pero no el paso del tiempo no dejo de ver una vuelta de rosca, un giro brusco de timón muy interesante que para nada me importaría que se repitiera para el próximo disco, y romper así la tendencia hard rockera progresiva que siguen en sus últimos discos.

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